Premio Nacional de Literatura

DECLARACIÓN PÚBLICA

En el marco del proceso abierto en el país con miras a la postulación y posterior deliberación en torno al Premio Nacional de Literatura, el Directorio Nacional de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) declara:

1° Que, puesto en perspectiva histórica, dicho galardón fue una iniciativa propuesta al Estado por la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), acogida e impulsada como proyecto de ley por el Presidente Pedro Aguirre Cerda, y luego promulgada por su sucesor, Juan Antonio Ríos, en 1942, a modo de reconocimiento “al escritor cuya obra u obras sean acreedoras a esta distinción”, por ser parte de los trabajadores que no estaban protegidos por las leyes previsionales y que no contaban con beneficios asistenciales, disponiéndose, al efecto, de un jurado compuesto por el rector de la Universidad de Chile, un delegado, representante de la Sociedad de Escritores de Chile, y un representante designado por el Ministerio de Educación (Ley 7.368). Que, en 1960, incluso se amplió la representación en el jurado de nuestra institución con un segundo delegado, junto con acoger a un miembro de la Academia Chilena de la Lengua.

2° Que, a partir de entonces, la sociedad chilena dispuso de una herramienta propicia para valorar y visibilizar el quehacer de quienes han puesto su cometido al servicio de las letras y el progreso de la cultura nacional, al tiempo que, en cuanto institución, el Premio Nacional fue ampliándose también, con análogo espíritu, para dar un merecido relieve a creadoras y creadores en las más diversas disciplinas de las artes, así como, igualmente, a quienes han aportado a la generación de conocimiento desde las ciencias y las humanidades, todas ellas actividades esenciales para la construcción de una comunidad justa, democrática, participativa y pluralista, que vela por los derechos y el bienestar de sus miembros.

3° Que, sin embargo, tal espíritu fundacional colisiona frontalmente hoy con una realidad muy distinta, en el marco de la cual la institucionalidad vigente reduce a niveles paupérrimos la inversión en arte, cultura, ciencias y educación, llevando a Chile a ocupar en estas disciplinas los últimos lugares en presupuesto, como porcentaje del PIB, entre los países de la OCDE, bloque en el cual, como correlato, el país se ubica también al final de la tabla en materia de equidad social y comprensión lectora.

4° Que, en el intertanto, y en línea con lo anterior, el Estado ha ido renunciando no solo al diálogo con las organizaciones culturales del territorio, sino que además ha puesto cortapisas a la necesaria y enriquecedora participación de las fuerzas vivas de la sociedad en la definición y puesta en marcha de las políticas públicas de fomento a las letras, las artes y la cultura. Ejemplo patente de ello es el actual proyecto (en reemplazo de la Ley 17.288), que busca dejar fuera del Consejo de Monumentos Nacionales los cupos hasta ahora existentes para representantes de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) y de la Asociación de Pintores y Escultores de Chile (Apech).

5° Que, con idéntico procedimiento, la Ley 19.169, de 1992, incluyó la insólita disposición de dejar fuera del jurado que otorga el Premio Nacional de Literatura a los representantes de la Sociedad de Escritores de Chile, es decir, se excluyó y anuló de plano el derecho a deliberar y sufragar precisamente a la organización creadora de tal reconocimiento.

6° Que, agravando ese regresivo y paradójico escenario, el Premio Nacional pasó de ser otorgado anualmente a constituir, a partir del Decreto 681 impuesto por la dictadura en 1974, una entrega solo cada dos años, lo que ha significado que un sinnúmero de destacados nombres que dieron lo mejor de sus letras a Chile y al mundo, murieron sin recibir el más elemental estímulo que les ayudara a sobrellevar la existencia en el ejercicio de un oficio cuyo verdadero valor está muy lejos de ser rentable. Un estado de cosas como el descrito solo contribuye a exacerbar otras distorsiones, como la impresentable y vergonzosa circunstancia de que, en casi ocho décadas de existencia, el Premio Nacional de Literatura ha recaído solo en cinco oportunidades en mujeres.

7° Que, teniendo a la vista estos antecedentes, la Sociedad de Escritores de Chile formula el más urgente llamado a enmendar y revertir tan lamentable camino, y exige a las autoridades, especialmente a las que integran los Poderes Ejecutivo y Legislativo, brindar las condiciones materiales que hagan efectivamente posible y digno el quehacer de las letras y las artes del país; garantizar la justa representación de las organizaciones de la sociedad civil en la definición de políticas públicas en el ámbito de la cultura; restablecer el papel de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) en el jurado del Premio Nacional de Literatura, y restituir la anualidad con que este reconocimiento se otorga, de manera, además, que las obras de los autores galardonados vuelvan, como antaño, a nutrir los planes de lectura en los programas de estudios de las escuelas. Asimismo, invitamos a todas las entidades que dan vida al tejido social a unir fuerzas y voluntades para avanzar en la ruta de democratizar el más amplio acceso al arte y la cultura.

Directorio Nacional
Sociedad de Escritores de Chile

Santiago, 8 de julio de 2020.

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