Escritor del Mes

STELLA DÍAZ VARÍN: LA POETA COLORINA

Si todavía es difícil en Chile que una mujer escritora sea tan valorada como un hombre, imagínense en la época en que vivió Stella Díaz Varín  (1926-2006). Tal vez por eso, más que la belleza y calidad de sus poemas, llamó la atención para plasmarlo en el recuerdo, el tono de sus cabellos. Así, no es extraño que en sus biografías la llamen La Colorina y se hable más de su personalidad rebelde y de su amistad con los poetas destacados de la generación del 50, que de su obra.

Stella  Díaz  publicó su primer libro, “Razón de mi ser “, en 1949, con poemas que  incluyen imágenes sugerentes en un lenguaje que algunos han catalogado como subterráneo. Trató temas como la muerte, la soledad y el reconocimiento a la condición femenina. Posteriormente, publicó Sinfonía del hombre fósil (1953), Tiempo, medida imaginaria (1959) y Los dones previsibles (1986). En el prólogo de esta última publicación, con la cual obtuvo el Premio Pedro de Oña,  Enrique Lihn, decía: «Esta imagen del poeta, la afición a la magia del lenguaje asociada a la realidad como acto verbal imperativo y otras características, delatan aquí -con la desvergüenza al uso de mi generación- cuentas pendientes con el romanticismo, el decadentismo y el simbolismo».

 Su poesía se dice que marcó nuevos rumbos en la creación poética nacional. Por eso se le incluye en numerosas antologías, como Poesía Nueva de Chile (1953); La mujer en la poesía chilena (1963) y Atlas de la poesía chilena (1958).

Sin embargo, como decíamos antes, era difícil  en Chile destacarse de la misma forma que un hombre, en la época que le correspondió vivir.  No hay que olvidar que solo en 1951, se dio a Gabriela Mistral el Premio Nacional de Literatura, después de que obtuvo el Premio Nobel y que, hasta ahora, esta distinción sólo se ha otorgado a cinco mujeres.

Más de trescientas autoras destacan en nuestro país según el libro “Presencia Femenina en la Literatura Nacional” de Lina Vera, muchas de las cuales lo habrían merecido. El jurado, sin embargo, prefirió elegir a cincuenta hombres y dejó de lado incluso a una autora tan meritoria como María Luisa Bombal.
          ¡Qué lindo sería que ahora que, se supone, la realidad es algo más justa, se hiciera un gesto de desagravio a las mujeres, que tanto amamos a nuestros hijos, hermanos, esposos y amigos varones!. Sería sanador, por ejemplo, que el jurado del Premio Nacional de Literatura de este año determinara que las próximas diez veces, otorgarán este reconocimiento a una mujer para contrarrestar, en parte, las  casi cincuenta oportunidades en que sólo eligieron a hombres. Y después,una vez lo den a un hombre y otra a una mujer.

¿Un problema cultural?

 A Stella Díaz la destacan por atreverse a decir lo que otros no denuncian o  por desafiar a las dictaduras. No  se difunden tanto sus poemas, aunque estos se distinguen por su original expresión poética.
            Según Carlos René Correa “la autora da a sus versos la frescura de lo primitivo, donde circulan vientos y savias, que iluminan, como una provocación a la vida, que la penetra con furor”. Su mensaje está lleno de imágenes y su obra ha sido incluida en numerosas antologías tales como Atlas de la Poesía Chilena de Antonio Undurraga (1950) y Poesía Nueva de Chile de Víctor Castro (1953). Sin embargo, más se cuenta  sobre un tatuaje con una calavera que se hizo en el brazo, en conjunto con Enrique Lafourcade y Enrique Lihn,  como un pacto de sangre  en contra de Gabriel González Videla, a quien consideraban un dictador , por impulsar la Ley de Defensa de la Democracia, que significó la persecución a los miembros del partido Comunista.
              Ella había nacido en La Serena,  en una familia de clase media. Era hija de un relojero anarquista que le inculcó sus ideas políticas. Desde  pequeña publicó artículos y poemas en los diarios locales. Posteriormente, en Santiago,  escribió en diarios como El SigloLa OpiniónEl ExtraLa Hora. En 1973, se  opuso al golpe militar de Pinochet  por lo que fue detenida y torturada.
             En 1992, publicó Los dones previsibles, editada por Cuarto Propio, libro con el que ganó el primer premio Pedro de Oña yen 1993, el del Consejo Nacional del Libro. Luego apareció un tríptico testimonial autoeditado, La Arenera. Más tarde  fue homenajeada con una antología de sus poemas editada en Cuba, en 1994, titulada Stella Díaz Varín: Poesía . Más tarde, en 1999, se publicó De cuerpo presente ganador de un premio FONDART.
               Aún se mantiene inédita su obra Stella extragaláctica, por la que obtuvo una beca del Fondo Nacional del Libro en 2006, semanas antes de su deceso.
               Sin embargo, Stella Díaz Varín que falleció a los 79 años  en Santiago de Chile, sigue siendo recordada por el color de sus cabellos, por su amistad con importantes escritores y su rebeldía, más que por la gran importancia de su obra  y su impacto en el ámbito literario.

Violeta Güiraldes del Canto

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