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A diez años de la partida del poeta Aristóteles España. Segunda parte.

En la crónica de la semana pasada nos referimos a la importancia y significación de un texto elevado a la categoría de mito en la  literatura chilena: “Equilibrios e Incomunicaciones”, que a contar de 1985 fue conocido en Chile con el nombre de “Dawson”.

No es para menos si consideramos que se trata de un conjunto de manuscritos redactados de manera oculta entre 1973 y 1974 mientras su autor, el poeta Aristóteles España, sobrevivía con dieciocho años de edad, junto a otros representantes del derrocado gobierno de la Unidad Popular en el campo de prisioneros de isla Dawson en medio del estrecho de Magallanes.

Dijimos que “Equilibrios e Incomunicaciones” circuló de manera clandestina desde su primera edición, en 1977. El texto evadió en sucesivas reimpresiones, las disposiciones de la División de Comunicación Social (Dinacos), que con toda seguridad, habría censurado su distribución en librerías nacionales.

Su influencia en el mundo de la contracultura y en la creación de un discurso contestatario a la dictadura cívico militar (1973-1990) fue enorme. Por eso, cuando la editorial Bruguera consiguió publicar una edición «oficial” con el título de “Dawson”, el nombre de Aristóteles España era ampliamente reconocido en el ambiente underground, en casi toda Latinoamérica.

“Equilibrios e Incomunicaciones” o “Dawson”, como se reconoce mejor, fue un texto que denunció las atrocidades que se cometían en un país, admirado hasta los hechos de septiembre de 1973, por su estabilidad política y democrática. En contraposición a los logros macroeconómicos que esgrimía la dictadura cívico militar, “Dawson” interpretaba el sentir de miles de ciudadanos que rechazaban el régimen de facto y en particular, de aquellos chilenos (as) que habían sufrido torturas en los distintos centros de detención esparcidos en todo Chile.

Desde un prisma sociológico, “Dawson” fue un documento literario y político, que contribuyó a generar conciencia sobre la necesidad que el país recuperara su tradicional sistema democrático y, que los crímenes y violaciones a los derechos humanos ejecutados por civiles y militares no quedaran impunes.

“Dawson”, es a su vez, un libro simbólico, que establece a partir de una propuesta estética una explicación del horror vivido en los distintos campos de prisioneros o centros de detención que hubo en Chile durante el período 1973-1990. Es aquí donde subyace otra idea esencial que advertimos al momento de redactar estas líneas: “Dawson” es un texto iniciático de lo que se denomina “preservación de la memoria histórica”, frase que hoy aparece clisé, pero que fue empleada por primera vez, al menos desde la literatura regional –según los apuntes del profesor Baldovino Gómez Alba- por el narrador de Puerto Natales, Jorge Díaz Bustamante, en un Encuentro Binacional de Escritores realizado en la localidad de Río Turbio, Argentina, a mediados de 1985.

Dicho de otro modo, “Equilibrios e Incomunicaciones” o “Dawson”, según prefieran los lectores, es un texto que sirvió para generar múltiples espacios discursivos sobre la problemática de la cultura en tiempos de represión política, a través de seminarios, talleres literarios y publicaciones alternativas a lo que ofrecían los medios tradicionales, y transformó de paso, a su autor, Aristóteles España, en el ícono de una generación. Como escribió el Premio Nacional de Literatura 2004, Armando Uribe: “El excelentísimo poeta Aristóteles España, fue uno de los pocos nombres de escritores jóvenes que nos llegó al destierro, surgido como un cristo, en la ciénaga de la dictadura”.

Sin embargo, a nuestro entender, para poder formarnos una opinión global de las repercusiones que este libro generó en el ámbito literario, se precisa revisar de manera global la génesis de un movimiento cultural nacido en la sede regional de la desaparecida Universidad Técnica del Estado, (U.T.E) en Punta Arenas.

El Centro de Escritores Jóvenes de Magallanes.

En julio de 1978 se efectuó en dependencias de la mencionada casa de estudios superiores, el Primer Congreso de Escritores Jóvenes de Magallanes. Se consideraron distintas aristas del mundo literario regional que incluyó el análisis de obras y autores reconocidos; el número y estado de imprentas, como asimismo, la cantidad de publicaciones en las últimas dos décadas; los talleres literarios existentes y los tipos y motivos que caracterizaban las propuestas creativas de poetas y narradores locales.

Las conclusiones fueron demoledoras. A las restricciones  impuestas por las autoridades de turno, se sumaba un alicaído escenario cultural. Se percibía un retardo en la aparición de nuevos valores literarios, la falta de editoriales para publicar textos y la escasez de concursos literarios que augurara la aparición de nuevas voces escriturales. El último certamen de envergadura, lo había organizado el diario La Prensa Austral en 1971, con motivo de la celebración de los treinta años del matutino.

La respuesta del colectivo de la Universidad Técnica del Estado se materializó en agosto de 1978. Liderados por Luis Alberto Barría y Aristóteles España, en compañía de otros realizadores,  fundaron el Centro de Escritores Jóvenes de Magallanes. Se propusieron como principales objetivos inmediatos, dar a conocer a nuevos autores, elaborar una revista para difundir sus actividades y estimular la composición poética a través del verso libre.

Varios hechos relevantes ocurrieron a continuación. Luis Alberto Barría publicó en las prensas de la U.T.E. el poemario “Despertando en otra luna”. En tanto, Aristóteles España editó el volumen de versos “Incendio en el silencio”. En el diagnóstico realizado en el cónclave de julio, se había detectado la escasa producción dramatúrgica que demostraba Magallanes en relación a lo que observaba en el resto del país. La actividad teatral se reducía a las propuestas de los grupos “Fartum” y “Tespis” y de los conjuntos teatrales de Cullen y Cerro Sombrero, conformado por trabajadores de Enap y sus familias. El último gran estreno, “Luka Milic, médico cirujano” de Domingo Tessier,  se había puesto en escena tres años atrás. Se requería incentivar la escritura del género dramático. De esta manera, integrantes del Centro de Escritores Jóvenes crearon el taller teatral “Lacolet” y tuvieron, como primer paso de esta renovación del lenguaje dramatúrgico, una participación activa en la puesta en escena de la obra “Una dama para Juan”, basada en el cuento homónimo de Eugenio Mimica Barassi, inserto en su libro “Comarca Fueguina” de 1977. La obra, auspiciada por la Universidad Técnica del Estado y adherida al centenario de la presencia yugoslava en la zona, fue estrenada con la dirección general de Paulino González, en el Teatro Municipal de Punta Arenas, en octubre de 1978.

En ese período, el Centro de Escritores Jóvenes comenzó a editar en formato mimeógrafo, la revista “Momentos”, loable iniciativa de difusión cultural que tuvo en un principio a Aristóteles España como Director responsable; Subdirector a Juan Garay Alvarez, Jefe de redacción, a Luis Alberto Barría; Secretaria de redacción a Graciela Echeverría y Diseñador de portada a Hernán Andrade Martínez. En el ejemplar Nº 3 de 1979, Aristóteles España condensaba las siguientes ideas a compartir con la comunidad, de las actividades que desarrollaba el grupo:

“El Centro de Escritores Jóvenes es un organismo que reúne y agrupa a un interesante movimiento literario que se está gestando en nuestra región. Poetas, cuentistas, dramaturgos, nuevos valores que buscan nuevos rumbos en los interminables océanos de la creación. Nuestra labor es variada y comprende desde la organización de charlas, foros, espectáculos culturales, hasta los semanales trabajos de taller, donde en conjunto, se analizan temas de interés común, lecturas de trabajos, planificación de actividades, etcétera.”

“Lo más reciente es la formación del área de Teatro Experimental de nuestro Centro, que se encuentra trabajando en el montaje de la obra “Esperando a Godot” del autor irlandés Samuel Beckett, en una moderna adaptación Rock realizada por uno de nuestros integrantes. La obra, una de las más importantes en el género del llamado teatro del absurdo, es un verdadero desafío, dentro de las limitadas condiciones en que se desenvuelve el teatro regional”.

A mediados de 1980 el Centro de Escritores Jóvenes organizó la publicación de la “Primera Antología de la Poesía Joven de Magallanes”. Aristóteles España escribió el prólogo de esa obra en que se refleja la rebeldía, el desencanto, y la distancia que guardaban de las generaciones anteriores.

“Debo escribir una breve presentación a esta Antología de la Poesía Joven de Magallanes. Me corresponde el honor de anunciar por los altoparlantes de este escenario invisible, la aparición pública de un nuevo grupo de poetas, darles la mano en son de fraternidad, caminar juntos por las playas de la creación, hacer un brindis por la poesía y sus caminos truculentos. Magallanes debe celebrar este comienzo, hay toda una generación que busca ansiosamente marcar nuevos rumbos, navegar otros océanos, y eso es muy positivo”.

“Desde hace veinte años o un poco más, no aparecían nuevos escritores, hasta tal punto que se comentaba eran una “especie en vías de extinción”.

“Pero no era efectivo. Los poetas, o mejor dicho, la Poesía, han existido siempre. Lo que faltaba eran oportunidades para publicar, eran cada vez más escasos los concursos literarios y nunca se estimuló a los nuevos valores, salvo en contadas ocasiones, pero siempre con el diálogo paternalista y el consejo inoportuno”.

La selección reunió trabajos de Patricio Alarcón, Ximena Alvarado, Julia Andrade, Hernán Andrade, Teresa Arvey, Lorena Bahamonde, Luis Alberto Barría, Arturo Castillo, Ramón Díaz Eterovic, Graciela Echeverría, Sergio Elgueta, Aristóteles España, Hortencia Fuentes, Juan Garay, Moraima Huentelicán, Inés Iglesias, Eliana Lagos, Eugenio Mimica Barassi, Lenin Muñoz, Ivonne Rivera, Héctor Rubio, Tamara Santana, Dionisio Seissus, Ana María Soto, Brígida Soto y Maribel Valle.

Ahora Bien. Como explicamos en la crónica anterior, para esa fecha Aristóteles España había publicado tres títulos: “La guitarra de mis sueños”, “Incendio en el silencio” y “Equilibrios e Incomunicaciones”. Se conocían algunos cuentos suyos y los guiones que escribía, junto a Eugenio Mimica Barassi para el taller de teatro Lacolet.

La experiencia del Centro de Escritores Jóvenes de Magallanes encontró eco en el movimiento contracultural que se vivía en Santiago. Con el respaldo de la Sociedad de Escritores de Chile, Aristóteles España emprendió en compañía de autores como Carmen Berenguer, Ramón Díaz Eterovic, Eduardo Llanos, Jorge Montealegre y Diego Muñoz Valenzuela, una intensa labor de difusión cultural que se prolongó por todo el decenio.

Varios de los futuros proyectos del autor que guardan estrecho vínculo con el espíritu que originó el Centro de Escritores Jóvenes, se incubaron en este período. Su dirección de la revista “La pata de liebre” en Santiago; sus estudios de Guión Cinematográfico en la Universidad de Buenos Aires; su licenciatura en Argentina sobre Derechos Humanos. Reconocemos también, las huellas de “Dawson”, en la elaboración del valioso documento “Poesía chilena. La Generación N.N.”

Ideas de la Contracultura en Chile.

“La poesía chilena de las últimas dos décadas, (años 70s y 80s del siglo pasado) tanto en la construcción de sus códigos como en la participación para ahondar en la historia y en la conservación del mito, ha sido fiel a la ruptura, al acercamiento de formas diversas para crear nuevos vasos comunicantes y testigo de la invasión de los géneros. Asimismo, el ánimo de renovación ha permitido la búsqueda de nuevas alternativas, unas más patéticas y otras cercanas a viejos aullidos tribales (con Blake, De Rokha y otros); revaloración de lo coloquial; la presencia constante de la sombra individual de Neruda y la huella sicoanalizada de Huidobro. Los poetas escriben en un mundo cada día más solitario, con imágenes de muros que caen en el pozo de la historia, de presidios, de ritmos asfixiantes, para que el lenguaje vuelva a ser sonido. Y finalmente, para que los textos escritos en las paredes de este siglo hablen con Valery, Parra, Gonzalo Rojas, Jorge Teillier, Enrique Lihn, de la nueva utopía, con los afectos y referencias en el eje de la visión, en la cima de la palabra, en el ojo de la memoria, en el arte”.

Así declaraba Aristóteles España los fundamentos de la poesía chilena surgida entre 1973 y 1990. Y agregaba en su estudio de “Poesía chilena. La Generación N.N.” un compendio ordenado en forma alfabética de los principales vates que iniciaron su trayectoria literaria y poética en el período de la dictadura cívico militar, en donde, junto al autor de la antología, hallamos los siguientes nombres:

Luis Alberto Barría, Roberto Bolaño, Teresa Calderón, Juan Cameron, Bárbara Délano, Elicura Chihuailaf, Mauricio Electorat, Alexis Figueroa, Arturo Fontaine, Sergio González, Tomás Harris, Elvira Hernández, Rodrigo Lira, Eduardo Llanos, Sergio Mansilla, Diego Maquieira, José María Memet, Gonzalo Millán, Jorge Montealegre, Andrés Morales, Gonzalo Muñoz, Rosabetty Muñoz, Alejandro Pérez, Verónica Poblete, Erick Pohlhammer, Mauricio Redolés, Clemente Riedemann, Armando Rubio, Galvarino Santibáñez, Jorge Torres, Carlos Alberto Trujillo, Leonora Vicuña, Miguel Vicuña, Arturo Volantines, Francisco Zañartu, Verónica Zondeck y Raúl Zurita.

Se nos entrega además, una breve semblanza de cada uno de estos creadores, “disímiles entre sí en su forma de entender el mundo y con un proceso escritural amplio y, al mismo tiempo, homogéneo en lo que se refiere a su forma de enfrentar el oficio y a la responsabilidad como poetas en el Chile de hoy”, al decir de su autor, Aristóteles España.

Se incorpora también, un invaluable catastro de las revistas especializadas en difundir, incluso sufriendo los rigores de la censura, la actividad poética y literaria. Recordamos los nombres de algunas de ellas:

En Santiago, “La bicicleta”, “Pluma y Pincel”, “La pata de liebre” y “La gota pura”. En Arica, “Extramuros”; en La Serena, “Añañuca”; en Concepción, “Enves” y “Post data”; en Temuco, “Latrodectus” y “Poesía diaria”; en Valdivia, “Indice”; en Ancud, “Archipiélago; en Castro, “Aumen”; en Punta Arenas, “Momentos”.

Nos parece que este libro, publicado en Punta Arenas por impresos Atelí en febrero de 1993, y que se acerca a cumplir treinta años, clama por una pronta reedición, que extienda y profundice los tópicos determinados por Aristóteles España. Se requiere de un estudio preliminar que aborde el panorama de la poesía chilena a contar de 1990, sintetice las publicaciones producidas por los autores mencionados desde el retorno de la democracia hasta la fecha e incluya un registro histórico y el destino de las revistas que circularon en esos años.

En la última parte de esta secuencia, nos detendremos a mostrar distintos rasgos, luces en definitiva, de la vasta obra poética de Aristóteles España, que cubre más de treinta y cinco años.

Entregaremos algunos antecedentes sobre la próxima creación del Archivo Aristóteles España y del esfuerzo desplegado por artistas y escritores empeñados en que el Centro Comunitario y Cultural del Barrio 18 de Septiembre, lleve el nombre de su hijo predilecto.

Víctor M. Hernández

Presidente

Filial Magallanes

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