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A PROPOSITO DEL DIA DEL ESCRITOR

Sé que hay más personas que estuvieron involucrados en la configuración del evento, fue el mejor en años, el contexto ayudó a su profundo simbolismo, a su factura creativa, a los elementos humanos. Todo fue de relieve. Qué bonita manera de homenajear a las poetas y escritores que partieron en un año singular. Pienso en el momento de revitalización de la SECH, de lo que fue ese amplio segmento de escritores. Tal vez, también me hubiese gustado despedir a alguien, amigos personales y amigos recientes; creo que ese gesto le dio significado al profundo momento que estamos pasando. Por ejemplo, me hubiera gustado decir algo por Marta Blanco, con quien tuvimos un encuentro en México en el año 2010, cuando ocurrió el terremoto en Chile. Nos hicimos amigas, por supuesto pensando quién fue y que nos cruzaba la dictadura, el tirano Pinochet, sin embargo, junto a María Teresa Cárdenas, mujeres solas, varadas en Acapulco hicimos unas cuitas llenas de terror, pensando el derrumbe de Chile y el tsunami por televisión, desde ese momento me encantó, alguien a quien había visto en la tele antes del golpe militar, fresca y feminista desafiaba a quien se pusiera por delante cuando yo era adolescente. A la Tere también le hubiera gustado despedirla. Decir algo de Pablo Guiñes muy encantador, de Armando Uribe un poeta espectacular con quien nos conocimos e hicimos migas porque éramos pariente, cuando lo fui a ver su hija me sirvió una taza de té y sentado en su salón pulcro con un peinado lustroso, le dije: usted podría ser mi abuelo y allí apareció el parentesco con los Berenguer. Asimismo, a Luis Sepúlveda un escritor que no conocí y sin embargo cuando estaba grave anunciaron su muerte por los medios, otro amigo poeta joven también tenía esa enfermedad, se confundieron ambos apellidos en el “face” y terminé escribiendo de esta vivencia, del escritor del exilio que moría fuera del país marcó mi escrito. Paulo de Jolly, un poeta exógeno pero no menos brillante, escribió solo de “’Versalles”, una poesía extraordinaria en sonetos rococó. Efraín Barquero otro grande que se nos fue, su libro “La Compañera” ¡extraordinario!  y así otros poetas menos nombrados pero que igual dieron lustre a la noche terminando con “la Coneja”, así se le conocía, pero ese nombre no le agradaba. Una vez me retó, por nombrarla así: así la conocí, fue mi defensa. Finalmente, la aparición de Jaime Quezada recordando -fuera de libreto- a Ernesto Cardenal, quien no tuvo un clavel rojo esta noche, porque nuestras despedidas en años anteriores no tuvieron estas plataformas para que nos viera todo el mundo. Eran apenas los reunidos presenciales en que, año a año, sin bulla, los recordábamos con un clavel rojo.

Carmen Berenguer

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