JUAN GABRIEL ARAYA EN LA CLAUSURA DE LA GENERACIÓN GOLPEADA
Ha fallecido en Santiago este 9 de enero a los 84 años, el profesor, novelista, ensayista, dramaturgo y poeta Juan Gabriel Araya Grandón. Con él se cierra una época inexcusable, el tiempo de una constelación de intelectuales que dinamizó la vida cultural de un Chillán provinciano, universitario y social que fue despertando en la extensión de su tiempo, el razonamiento analítico, la opinión crítica, y el inquieto movimiento de la reflexión popular expresada preferentemente en la juventud curiosa por el pensamiento y las artes.
Juan Gabriel Araya debe ser seguramente el último exponente de ese grupo, no necesariamente consolidado y afianzado en lo formal, pero leal a esa natural tendencia a coincidir en los grandes propósitos humanos en una realidad de urgente intervención por las inteligencias particulares y colectivas. Fueron intelectuales nacidos en diferentes lugares durante la primera mitad del Siglo XX, que hicieron de Chillán su residencia definitiva y última. En este sentido se puede recordar junto con Araya a los poetas Edilberto Domarchi, Vicente Aciares, Jaime Salgado, Sergio Hernández, Ramón Riquelme, Gonzalo Rojas; al sacerdote e influyente intelectual español José Luis Ysern; al profesor y difusor cultural Carlos René Ibacache, a los profesores Francisco Torres, Ernesto Vásquez, y muchos otros.
Generación golpeada, dije, porque cuando ya estos hombres eran adultos y ejercían sus labores académicas o en otras disciplinas, pero siempre vinculados a la cultura, que por esos días era fértil, el Chillán movedizo, la telúrica cuna de artistas y celebridades de todo género, se vio remecido también por un golpe de estado, a raíz del cual cambió la vida, el sentimiento y la libertad. Yo, desde la prisión política, donde hacíamos la revista MURO junto a otros escritores, un día tuve noticias de que Araya y Hernández querían escribir un órgano exterior al que llamarían EL ANTIMURO, como instrumento comunicante en la equidistancia entre la calle y la cárcel. Desde entonces comenzamos a cultivar una amistad intensa, sentida y leal con Juan Gabriel Araya, que razones de caballerosa dignidad atenuaron después de 38 años; veladas infinitas, charlas prolongadas, conjunciones ideológicas y complicidades en el juicio cotidiano acerca de la conducción social y el rol de las instituciones, como los encuentros culturales en diversos sitios, fueron el gran sustento de esos años de peligroso dinamismo y de épicas y triunfales aventuras.
Con Juan Gabriel Araya culmina el ciclo de aquellos creadores, pensadores y personas de bien que fueron los inductores de los más jóvenes y abrieron a éstos los portales clausurados que dejaban al pensamiento remitido a oscuros y remotos laberintos. El aporte literario de este autor y académico, queda ahora hablando desde su silencio activo, a través de sus novelas, sus cuentos, los poemas que escribiera, y las infinitas páginas que desde la crítica literaria y la pedagógica reseña, serán el lenguaje que seguirá invitando a quienes quieran continuar dialogando ahora en este nuevo plano de su existencia.
Gracias, Juan Gabriel Araya. Descansa en paz.
Luis Contreras Jara
Presidente
Sociedad de Escritores de Chile
Filial Ñuble