aZoomate un poco
El 2020, a pesar de la pandemia o por causa de la misma, se han publicado cientos de libros en Chile. De todos los géneros, y de las más diversas categorías. Será difícil su clasificación, en el caso que la hubiese, en un país donde leer no es una costumbre, salvo para un segmento minoritario, marginado por una sociedad más entregada al placer del cuerpo que del espíritu. Sin embargo, cabe destacar esta vez el auge que ha cobrado la creación literaria. El encierro forzado ha servido a muchos para un encuentro consigo mismo a través de la palabra y su ejercicio. Escribir es resistir, y bajo este contexto pandémico, la frase no puede calar más hondo.
En mis manos tengo una publicación intitulada Azoomate un poco, título que alude a las condiciones en que se han desarrollado las relaciones humanas en medio de la pandemia, en su mayoría a través de la plataforma virtual denominada zoom. El libro reúne textos de cinco autores: Daniel Alves, Matías Aninat, Irene Araya, Claudio Ernesto y Maritza Herrera. Se trata de relatos breves, probablemente escritos in situ, producto del encierro. En ellos es posible advertir la capacidad de contar que habita en todo aquel que se lo proponga, concentrándose en ello. Un ejercicio que el hombre viene desarrollando desde el principio del mundo para comunicar sus sueños e inquietudes: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios».
Los relatos reunidos en Azoomate un poco subrayan anécdotas y peripecias de lo cotidiano, del diario vivir, algunas referidas a las experiencias en pandemia. Relatos realistas, podríamos clasificar, aunque algunos desbordan hacia otros planos. Relatos bien escritos, sin problemas de sintaxis, como suele ocurrir a la mayoría de los noveles escritores. Se nota aquí la preocupación por el uso de los tiempos verbales correctos, por sustantivos y adjetivos adecuados. Hay un buen trabajo de edición de los textos, sin erratas a diestra a siniestra que tanto malogran un relato, perjudicando el fondo y la forma.
Su lectura es amena, entretiene, divierte. Permite al lector meter narices en mundos ajenos, participar de ellos, advertir las múltiples aristas que dan forma a la realidad, en un mundo que a diario pretende fijarla en un solo punto, reprimiendo la imaginación y la fantasía que tanto necesita el hombre para vivir en paz consigo mismo y con los otros.
Destacan por cierto algunos relatos más que otros, como ocurre en cualquier antología: La fiesta, El nuevo rostro, Furia en primavera, La realidad tras el espejo, y especialmente Como dos gotas de agua, donde se percibe la tensión dramática y el conflicto que todo relato necesita para sorprender al lector. Sin embargo, en todos ellos está implícita la búsqueda permanente de todo narrador de la historia que conmueva. El intento de plasmar una experiencia, real o imaginaria, siguiendo los paradigmas del arte de la literatura.
Sin duda, el año de la pandemia dará a luz muchas antologías, marcando un hito en la historiografía literaria del mundo entero. Se trata de un fenómeno mundial.
Miguel de Loyola, Santiago de Chile, Diciembre del 2020.