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SOBRE LA PANDEMIA

CRÓNICA DE ACTUALIDAD DEL ESCRITOR Y ABOGADO JAIME HALES DIB

Muchas veces la humanidad ha experimentado situaciones como esta. Las enfermedades traídas desde Europa redujeron a un 30% la población que habitaba en América. La peste negra en Europa en el siglo XIV, la otra horrible peste que afectó el mismo continente en el siglo XVI, las pestes periódicas en Francia, España, etc. La última verdaderamente grande fue la de 1918.

Todo esto se debe a procesos propios del comportamiento humano y de su interacción con la naturaleza. Cuando la enfermedad es contagiosa, las acciones de los seres humanas conducen a incrementar el contagio. Sin duda esta peste, esta pandemia como la ha llamado la OMS, es grave, pero menos grave en sus resultados que las anteriores, justamente porque pese a que hay muchos mecanismos de riesgos, también se han desarrollado más recursos técnicos. Lo grave de este proceso es que, a partir de los viajes más sencillos, se ha extendido a muchos más países, aunque hasta ahora parezca que Europa es el continente que más sufre. Como ha sido antes. Aunque esta afirmación tiene un vacío: ¿Hay de verdad registros de África? ¿De Asia central? ¿De las exrepúblicas soviéticas? ¿De las regiones más apartadas y “desconectadas” de América? Ciertamente no, pero sigue siendo más importante Europa. Al menos en las noticias.

No soy de los que creen que la divinidad dirige estos sucesos. No me parece que la divinidad nos quiera castigar por nada. Tenemos libertad y eso implica el derecho a equivocarse y a cometer acciones incorrectas, a aceptar o rechazar lo bueno, a construir felicidad o no. Esta pandemia no “ES PARA…”, sino “POR”. Quiero decir, nuestras conductas nos llevan a generar tanto la enfermedad como su expansión. Creo que esta enfermedad puede “SERVIRNOS PARA…”, es decir, podemos entenderla como una llamada de atención interna para comprender algunas cosas. Probablemente lo más difícil para nosotros es ver que nuestra soberbia se cae a pedazos.

Me parece que podemos aceptar:

  1. Que no podemos controlarlo todo
  2. Que no siempre hacemos lo correcto
  3. Que no nos preocupamos suficientemente por los demás y la solidaridad se hace aire
  4. Que quienes son autoridad no solo no saben todo, sino que les cuesta escuchar
  5. Que no todo se soluciona con razones técnicas, sino que la reacción humana, la comprensión, el amor, la solidaridad, son indispensables.
  6. Que es necesario que valoremos la comunicación, la relación afectiva y sobre todo que los que dirigen o pretenden dirigir la sociedad expresen cariño y preocupación por cada una de las personas y no solamente se use el autoritarismo.
  7. Que seamos veraces, abiertos, respetuosos y tolerantes.
  8. Que, por una vez, los temas económicos queden subordinados a las necesidades de la vida y la salud humana.

Esperamos que las medidas que se sigan tomando no marginen ni a los pobres ni a las personas solas o los mayores. No solo son las empresas – chicas, medianas, grandes – las que pueden ser beneficiarias de las medidas económicas, sino también los que trabajan dependientes, los trabajadores independientes y solitarios, los que deben pagar cuentas, dividendos, deudas con instituciones, que requieren un alivio.

La crisis puede ser mayor de lo previsto.

Pero en los peores momentos la gran solución parte por el amor por los demás.

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