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POLI DÉLANO EN EL RECUERDO Y LA ESPERANZA

Crónica de Isabel Gómez, Vice-presidenta de la Sociedad de Escritores de Chile – SECH.

Sin duda el legado de Poli Délano, es haber sido un escritor que supo conjugar la literatura con la realidad. Para quienes compartimos con él sabemos y tenemos la certeza sobre la importancia que le otorgaba al discurso literario, a la entrega de contenido en su escritura y a la búsqueda constante por construir memoria, mediante la difusión de temáticas que nos llevaran a analizar y cuestionar la realidad desde una mirada crítica con los poderes fácticos que perviven en nuestra sociedad.

Durante su trayectoria como escritor comprometido con la vida y la verdad tuvo destacados reconocimientos, como el premio Municipal de Literatura por “Gente solitaria” en 1961, el Premio Municipal de Novela de Santiago (1969 y 1984), por sus novelas “Cambalache” y “El hombre de la máscara de cuero” y el Premio Casa de las Américas en 1973, por su libro de cuentos “Cambio de máscara”.

Perteneció a la rica generación del sesenta, una generación que dio cuenta de las transformaciones sociales de su época. Este grupo de escritores contribuyó a mirar el país desde una mirada distinta, apropiándose de tópicos que daban cuenta de la realidad social, de la intrahistoria y de los relatos donde los sujetos sociales que eran invisibilizados por la historia oficial adquirieran protagonismo, mediante relatos cotidianos vivaces y auténticos, en donde irrumpe lo más profundo de la identidad del pueblo chileno. Es así como a través de su prosa las historias dialogan con las subjetividades del ser y todos aquellos acontecimientos crudos de la generación que vivió la dictadura militar y además el trauma del exilio. A partir de esa experiencia, muchos de sus libros y de su hacer literario fueron utilizados como herramientas de los escritores que lucharon por el retorno a la democracia y la libertad de los pueblos.

Dentro de su producción literaria se destacan: Como buen chileno. Sin morir del todo. Piano-bar de solitarios. Como si no muriera nadie. Casi los ingleses de América. Entre tantos otros, que lo hicieron siempre estar entre los candidatos al premio nacional de literatura, premio que nunca llegó y que viene a ampliar la lista de muchos que han partido sin recibir ese merecido reconocimiento. 

Además de su destacada labor como escritor, fue profesor en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, en donde tuvo un gran protagonismo en las actividades de extensión cultural que esa casa de estudios organizaba. Allí nos encontramos en muchas ocasiones en presentaciones de libros, lecturas poéticas, exposiciones de pintura. Siempre nos recibió con una sonrisa fraterna, dispuesto a ayudarnos y comprometerse también con el hacer de otros y otras escritoras.

Es importante señalar que su oficio de escritor, lo llevó a desarrollarse en distintos ámbitos del quehacer artístico. Siempre lo vimos participando en tertulias literarias, dirigiendo talleres, homenajeando a sus colegas escritores, entre tantas otras actividades que lo hicieron merecedor del respeto y admiración de muchos escritores y escritoras que vieron en él un referente a seguir.

Sin duda su obra literaria continuará unida a cada uno de nosotros en su afán incansable por construir un país más justo y solidario, desde las trincheras de un discurso literario que trasciende el ser y la palabra.

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