Los escritores opinan

Palabra de mujer: el canto ancestral que acompaña la vida

La revisión de los textos poco conocidos de algunas escritoras patrimoniales que hemos estado compartiendo en el último tiempo, ahora retrocede hasta la época en que los pueblos ancestrales hacían de la literatura una parte más de su vida cotidiana: hablamos de la poética mapuche, de la que hoy conocemos grandes depositarias, como Sonia Caicheo, Graciela Huinao, Roxana Miranda o Rayen Kvyen, entre otras exponentes contemporáneas. ¿De dónde proviene ese canon? Antes que ellas, la mujer mapuche hizo del canto su escritura, acompañando con él cada actividad, ritual, ceremonia e intercambio del día a día.

El ül o canto mapuche es una expresión profunda y contenedora de esta cultura, a través de la voz, el ritmo y el mapudungun. Estos cantos todavía se dan en el territorio mapuche de Chile y Argentina, por lo que no podemos comprenderlos solo como el antecedente de la literatura escrita ni menos como una suerte de “evolución” de la oralidad a la palabra. No obstante, investigadoras actuales han rescatado algunos de los ül recopilados a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, que nos permiten conocer el habla de la mujer mapuche.

Es importante entender que ni la estética ni la función de la literatura de nuestros pueblos ancestrales son comparables con la tradición occidental. Así, los ül que han sido preservados no son exactamente poemas: el ül surge espontáneamente y puede tener tantas versiones como cantantes —ulkantufes— lo recojan, aprendan y adapten; a diferencia del poema, al que la escritura fija en un tiempo, espacio y lengua. Jaqueline Caniguán, traductora de estas recopilaciones al mapudungun, no habla de poemas sino de kümewirin, que puede traducirse como “el escrito hermoso”.

El ül va a dar cuenta de distintos estados de ánimo, situaciones y naturalezas: los hay sobre enamorados, sobre borrachos, rogativos, solemnes, elegíacos… En el caso de los interpretados por mujeres —llamekan—, sabemos que eran las ancianas las responsables de enseñar los cantos más bellos a las niñas y jóvenes de su entorno, en un ambiente afectuoso y cercano, que permitía que las solteras hicieran preguntas a las casadas y que hacía más llevadero el trabajo.

Compartimos acá algunos de los ül rescatados por Maribel Mora y Fernanda Moraga en la Antología poética de mujeres mapuche (LOM, 2010). Como ya señalamos, no se trata de textos exactos, sino del rescate de la memoria facilitado por miembros del pueblo mapuche, que compartieron aquellos de los que fueron testigos y que sus recuerdos aún preservaban:

Llamekan del desprestigio de una pareja
(Referido por una mujer no identificada)

Es mucho lo que se habla de nosotros
Entonces nos iremos.
Llevémonos por perdidos, vámonos
A la tierra de los chilenos,
A la tierra de los extranjeros;
Sigamos el camino de ellos.
Ve a traer tu caballo,
Ensille, pues, el hermano,
Para que vayamos.
Antes que ensilles,
Nos subirá ya alto la luna:
Demoras mucho en ensillar.
¿no he terminado ya mi trabajo
de refregar las piedras de moler?
Ya se ladeó la luna, y ya
Se ha levantado el lucero, viene el alba:
¡Apresúrate ahora, pues!
¡Vamos!

Llamekan del desprestigio de una mujer
(Referido por una mujer no identificada)

¿Qué es lo que pasó
por encima de mi cabeza
a medianoche y en la madrugada?
¿Habrá sido una mosca zumbadora
que me pasó por encima?
¿Moriré tal vez?
¿No habría de morir
hablándose tanto de mí?

Canción del desarraigo
Amalia Aillapán

¡Ay! Antes era niña estimada.
Desde que ando lejos de mi tierra
ni como gente ya me miran.
A Dios si agradase,
ser gente me volviera.

Espera de la mujer
Amalia Aillapán

Al otro lado del lago, del río
llama continuamente
mi mujer, la señora.
Id, pues, a balseármela.
hoy se lleva con pena mi
mujer, la señora.
Echad al agua la canoa que pase mi
mujer, la señora.

Oración al carnear
Guillermina Epullán

Hoy carneo mi animal,
rezo con la misma sangre de mi animal querido
para que lo distinga Dios.
Y tiro sangre para que Dios
quiero darme todos los años
animales para carnear y comer.

Oración de la tejedora
Guillermina Epullán

¡Qué suerte! ¡Ya!
Ayer lo urdí, hoy lo hice.
Hoy urdí y lo hice enseguida.
Si nuestro Dios quiere, lo tejo más ligero todavía.
Te pido, Fücha Chao.
Te ofrezco hilitos.
Hilitos blanquitos de mis ovejitas.

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