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PATRIA NEGRA, PATRIA ROJA, Nuevo libro del poeta Sergio Rodríguez Saavedra

Yo sigo siendo chango porque/ vengo de una arena negra y un/ océano que nunca pudo ser azul” (pág. 77). Con estos versos del poeta Sergio Rodríguez Saavedra nos introducimos en su poesía y emprendemos un viaje por esta Patria negra patria roja desde distintas sensibilidades, es así como las palabras van construyendo mundos que muchas veces nuestros propios imaginarios ignoran, porque las cosas, como dijo Pessoa, “no tienen significado, tienen existencia”, hablan por sí mismas, edifican situaciones que interpelan nuevas situaciones, y desde allí nos miramos con zozobra, con miedos, con esperanzas, con iconos que se mueven por nuestros cuerpos hasta transmutar decires que van más allá de la lengua, más allá del abstracto ejercicio del comunicar. Rodríguez nos dice: “Busco a tientas las palabras/ arrojadas hace cien años, y no/ encuentro más que sílabas dispersas,/ pisadas de turista en estos viejos pasos…”

En estas páginas confluyen encuentro y desencuentros de nuestras historias individuales y colectivas, porque como nos dice el autor; “Sigo siendo/ algo que se pega al territorio/ donde los huesos quieren/ hablarnos historias que ya nadie/ intenta recordar…”(pág.77)

El estudio de una obra literaria no puede estar sujeto sólo a un análisis textual, se debe incorporar en esta investigación las relaciones que se dan, en cuanto a su condición social, a través de los aportes que provoca en el lector y del resultado psicológico que se desprende a partir de las interacciones que ésta presenta. El autor nos dice: “de veras pensé que la historia/ está dentro de uno/y lo que se escriba/es el efecto de todos nuestros errores…” (pág.65)

Sin duda la interpretación de la historia es una práctica que muchos autores han validado a través de los años. Escribir no es un ejercicio contemplativo de los hechos, más bien es un ejercicio interpretativo de los hechos. Lukács, por ejemplo considera la novela como” la epopeya de un mundo sin dioses”, entendiendo por epopeya como la expresión de la totalidad que se ha perdido, es así como la estructura de la novela sea la de un sueño utópico destinado al fracaso. Para este autor la interpretación de la literatura debe ir más allá del texto, para dilucidar cada uno de los aspectos que influyen en él.

La poesía no escapa a esta interpretación, más bien lo valida, porque a través del discurso poético nos adentramos en las subjetividades del ser y lo confrontamos con su mundo objetivo para provocar la emoción necesaria que invite a la reflexión y a la esencia de la palabra, vista como una herramienta social de difusión y de hallazgo.

Patria negra patria roja va recopilando estos elementos y va construyendo discursos poéticos que nos traen a la memoria pasajes desoladores de nuestra historia, donde el sujeto social es ultrajado y violentado psicológica y físicamente. Cito: “La camanchaca entonces es una tumba abierta,/ una fosa común de militantes fusilados,/ esto que se busca pero no se nombra./ El agua que se pierde, y ya nunca se encuentra”.(pág. 77) . Estos hechos se contrastan con la cultura de los changos para quienes el culto a la muerte los llevó a desarrollar una ceremonia en donde a sus muertos los enterraban junto a sus herramientas y objetos más preciados, como una forma de venerar y proyectar la existencia más allá de su presencia física.

En estas páginas se cruzan miradas poéticas y nos instalan en territorios del norte de nuestro país. Desde estos paisajes el poeta cuestiona e interpela ciertos hechos donde la vida pareciera que interactúa con personajes que se construyen a sí mismos, a pesar del abandono, del desarraigo y en ocasiones de la muerte, porque la memoria siempre está allí, azuzando nuestras conciencias, creando relato allí donde a veces cuesta mirarse a sí mismo y retrotraernos de las abisales palabras que nos van invisivilizando. Cito: “Nosotros changos del lenguaje siglo XXI/ aguardando a que el océano tome un bus arrendado,/ se dirija por la carretera al poniente y las villas populares/ sean fotito canon, paseo por un día/ con basura ante la puesta de sol…” (pág 25)

Se dice que los changos se agrupaban en asentamientos y que solo reconocían como su territorio un sector donde pudieran obtener agua dulce para beber. “Y pienso, cuando/ te veo mirar el mar, que/ aquel largo silencio/ que guardas por memoria,/ quiere hablarte”. (pág. 73)

Celebramos este nuevo libro del poeta Rodríguez el que viene a acompañar otros ejemplares de igual valor literario como Ciudad Poniente, Memorial del confín de la tierra. Militancia Personal, entre otros que dan cuenta de un discurso poético donde la palabra, el signo y el mundo simbólico se conjugan con una realidad que nos interpela a construir y reconstruirnos como sujetos sociales reflexivos y atentos al devenir de estos tiempos, donde sin duda la poesía se las ingenia para existir allí donde la dignidad humana nos convoca.

Isabel Gómez

 

 

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