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Diez años de la partida del poeta Aristóteles España. Primera parte.

Aquejado de una larga y penosa enfermedad, nos enterábamos el jueves 28 de julio de 2011, del lamentable fallecimiento en el hospital Carlos van Buren de Valparaíso, del querido amigo escritor, Aristóteles España.

Fue el compañero de innumerables veladas artísticas y culturales, recitales poéticos y musicales; de jornadas pantagruélicas de buena comida y conversación, siempre regadas con mostos blanco y tinto, en donde el día y la noche se confundían y hermanaban en un laberinto infinito.

Punta Arenas, la ciudad que acogió desde niño a Aristóteles España –en cuyo trasfondo humano, fantasmal y quimérico discurre casi toda la obra literaria del poeta- acababa de celebrar la XV versión de la tradicional Feria del Libro (18-24 de julio), que desde el año anterior, organizaba la Unidad de Gestión Cultural del Municipio con el nombre de Dinko Pavlov, el histórico presidente de los escritores magallánicos, que como sabemos, había muerto de cáncer al pulmón, el 23 de mayo de 2010.

Vivíamos un helado mes de julio, marcado por sus tradicionales nevadas y escarchas, que nos recordaba a inviernos de antaño, cuando en compañía del mismo Aristóteles España, Dinko Pavlov, Niki Kuscevic, Pavel Oyarzún, Christian Formoso y Óscar Barrientos Bradasic  (a veces, se sumaban desde Puerto Natales, Hugo Vera Miranda y Jorge Díaz Bustamante), recorríamos distintos bares del centro y de los barrios de Punta Arenas, compartiendo y disfrutando nuestra amistad.

Rememoramos ese momento con emoción, porque aquella vez no dábamos crédito a la noticia de la partida de nuestro amigo. Estamos seguros que nadie de nosotros podía creer que Aristóteles Bernabé España Pérez, el poeta que había sobrevivido a las torturas y flagelaciones del campo de prisioneros de isla Dawson; el hombre de las mil y una aventuras de la vida y de la bohemia, había finalmente, dejado de existir.

Un canto de amor en medio de la muerte.

Nacido en Castro, Chiloé, el 5 de octubre de 1955, Aristóteles España llegó con su familia en plena adolescencia a vivir al Barrio 18 de Septiembre de Punta Arenas. Estábamos en las postrimerías del gobierno de Eduardo Frei Montalva.

A principios de 1970 tenemos a nuestro amigo estudiando en el Instituto Superior de Comercio (Insuco). En aquel centro de estudios se percibía intensamente las transformaciones políticas, económicas y sociales que propiciaba el gobierno de la Unidad Popular. Aristóteles España era un reconocido dirigente estudiantil adscrito a la Juventud del Partido Socialista. En esta condición, le sorprendió el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

Se ha escrito y hablado mucho sobre la estadía de Aristóteles España en los centros de reclusión habilitados por militares y agentes represivos, en particular de su permanencia en Dawson. Nosotros creemos sin embargo, que aún no se ha escrito ni hablado de lo más importante. En medio de tanto horror y bestialidad humana, como respuesta formidable a sus verdugos, acaso el más joven de los detenidos creaba en la soledad de una isla en medio del estrecho de Magallanes, en las gélidas noches del austro, con su denominación de prisionero F-13, un documento artístico y poético, que sacudiría los cimientos de la literatura chilena.

En 2003, al cumplirse treinta años del golpe de Estado, Aristóteles España fue consultado por el escritor y periodista Alejandro Lavquén de la revista “Punto Final”, sobre de qué manera había influido la prisión en su obra poética y respondió lo siguiente:

“Me enseñó a entender el mundo desde otra perspectiva, aparte de la ideológica. Aprendí que el poder total distorsiona a los seres humanos y su visión se vuelve reduccionista, excluyente, y que los dictadores se creen enviados de Dios, de cualquier signo sea la dictadura y cualesquiera sean sus dioses. La poesía me enseñó a ser libre y, a creer en la diversidad. Escribir poesía en un campo de concentración como Dawson fue escribir un canto de amor en medio de la muerte. La prisión influyó en mi poesía para darle un carácter más cósmico. Mi libro “Dawson” es un texto que se inscribe en el género testimonial, pero al releerlo me di cuenta que está vigente porque logró atrapar el tiempo, y a una remota isla en el paralelo 53 sur de este mundo”.

Aristóteles España estuvo detenido alrededor de un año en distintos centros de reclusión en Magallanes. A mediados de 1975, consiguió reincorporarse al Insuco con el propósito de finalizar sus estudios secundarios. Es un momento histórico. En abril de ese año, en la ciudad de Castro –cuna del poeta- se  fundó el grupo literario “Aumen”, con Carlos Alberto Trujillo, Renato Cárdenas, Sergio Mansilla, José Teiguel, Óscar Galindo, Nelson Torres, Mario García, (casi todos ellos destacados docentes en la actualidad).

Este colectivo literario junto al grupo “Trilce” de Valdivia, conformado entre otros por Omar Lara, Walter Hoefler, Federico Schopf, Carlos Cortínez, iniciaron, al decir de Pavel Oyarzún en su ensayo preliminar del texto “Antología Insurgente. La nueva poesía magallánica”, una labor renovadora del discurso poético y contestatario a la dictadura, al mismo tiempo. Luego, la organización a cargo de los alumnos de castellano y filosofía de la Universidad Austral de Valdivia en agosto de 1977, del “Encuentro de la Joven Poesía del Sur de Chile”, incidió, como veremos en la segunda parte de esta crónica, en la composición del Centro de Escritores Jóvenes de Magallanes, cuyos artífices principales fueron Luis Alberto Barría y Aristóteles España.

Precisamente, España, en julio de 1976, obtenía una mención honrosa con su cuento “El premio gordo” en el 2º Concurso Literario Nacional Andrés Bello, preludio de la aparición de su primer poemario, titulado “La guitarra de mis sueños”, editado en la imprenta Don Bosco a fines de septiembre de 1976.

De allí en adelante, la actividad cultural de Aristóteles España no paró de crecer. En los últimos días de 1976 logró un premio internacional por su cuento “Pacto Andino”. En 1977 como integrante del taller literario de la Universidad Técnica del Estado de Punta Arenas, creó la pieza dramática “Los vestigios”, texto anticipatorio de su segundo volumen de versos denominado “Incendio en el silencio”, publicado en octubre de 1978.

“Equilibrios e Incomunicaciones”-“Dawson”.

Como hemos reseñado, Aristóteles España escribió el mítico texto durante su etapa de cautiverio 1973-1974. La primera edición llamada “Equilibrios e Incomunicaciones”, la cual se realizó en 1977, circuló clandestinamente, a mimeógrafo, con el seudónimo de Andrés Tales y dibujo de portada de Elio Santibáñez. Estaba dedicado a “Julius Fucik, Domingo Gómez Rojas, Miguel Hernández, Nazim Hikmet y Víctor Jara y, a todos nuestros mártires”.

Entre 1980 y 1983 se efectuaron cuatro reimpresiones, con el mismo formato y título, distribuidos en la Patagonia, Chiloé y Santiago. Para la quinta edición, se contó con la participación de María Eugenia Baeza y del escultor Alejandro Verdi, quien dibujó la portada. Se agregaron comentarios con seudónimo del profesor Fulvio Molteni Torres y del escritor Ramón Díaz Eterovic.

Para esa época, Aristóteles España había conseguido con su libro clandestino lo que muchos autores ambicionan: ser leído y reconocido tanto en Chile como en el extranjero. En 1983, fue distinguido con el Premio de Poesía Gabriela Mistral, otorgado por la Municipalidad de Santiago y con el Premio Alerce, entregado por el Ministerio de Educación y la Sociedad de Escritores de Chile. En 1985, el Ministerio de Cultura de Nicaragua le galardonó con el Premio Latinoamericano Rubén Darío, lo que implicó una sexta edición recortada, hecha por Editorial Bruguera de “Equilibrios e Incomunicaciones”, ahora con el sugestivo título de “Dawson”.

La reimpresión se concretó en 1985, y estuvo a cargo de Hugo Galleguillos. Un dibujo del arquitecto Miguel Lawner sirvió de portada; se adicionaron comentarios de importantes críticos y escritores, como Jorge Narváez, quien, expresó:

“Estos poemas-testimonio de Aristóteles España, están fechados en 1973-1974. Están enmarcados en el momento más duro y encarnizado de la represión militar sobre el pueblo chileno. Pero después de 10 años son poemas actuales; más allá de la eternidad que alcanzan por haber logrado capturar un momento límite de la experiencia humana sometida al tensionamiento de la violencia, porque constituyen la expresión de una historia aun cotidianamente repetida. Una década no logra distanciarnos de los atavismos dominantes en nuestra cultura en este período terrible de dictadura. Por ello la voz que reconocemos en estos poemas es una voz conmovedora y reveladora de un orden del mundo, plena de actualidad en su dimensión de la denuncia”.

“Pero el valor mayor  de estos poemas, es su condición de testimonio, es su capacidad de trascender los límites de la denuncia contingente actual y actualizada, para profundizar en un terreno revelador de la naturaleza del ser humano, y de la cultura nacional chilena, a partir de los elementos anecdóticos verdaderos –o no ficticios- profundamente conmovedores. El autor, que asume en la prisión la tarea del registro y el relato de la historia en su cotidianidad, posee la perspectiva amplia del proceso histórico de nuestro pueblo, y en ella se sitúa y desde allí escribe. Sus poemas que enuncian el doloroso presente, están acotados entre la memoria social del pasado, y la certeza visionaria y realista del futuro acunada en el saber riguroso de la esperanza”.

Dos futuros Premios Nacionales de Literatura se explayaron en el libro. Alfonso Calderón manifestó:

“Creo que este libro suyo tiene no sólo el valor testimonial, la duplicación verbal de una experiencia del mundo de la sevicia y de la vesania, sino que aspira a buscar la forma de inmortalizar a los crápulas, de preparar los círculos de su particular infierno para que en ellos permanezcan acusadores los valores del horror, de la maldad, de la desvergüerza, y así los asesinos no desaparezcan de la memoria colectiva”.

En tanto, Gonzalo Rojas escribió:

“¿Qué las líneas de un libro de alquitrán como éste son demasiado líneas por lo parcas? ¿Lisas, sin centelleo imaginario como lo exige hoy día la Estructura, y excesivo pathos tremendo? Falso, pues cuanto arde en el cuaderno desollado es auténtico, con la sintaxis de la asfixia que corresponde, y hasta los prosaísmos funcionan coherentes salvo una que otra salpicadura. La palabra está bien configurada; tramada. Transfigurada a veces. ¿Documento entonces? Sí, documento que en nada le resta prodigio a la invención. Aunque aquí la invención es la Historia. En ella ardemos, nos quemamos los poetas, en esas llamas. ¡Los que tenemos hambre y sed de justicia!

El Sur en la Memoria.

Así se llamó un proyecto de patrimonio emprendido por Aristóteles España, que involucró el testimonio de 50 personas que padecieron tortura y violación sistemática de derechos humanos durante la dictadura Cívico Militar (1973—1990) en la región de Magallanes. En el prólogo del libro, el que fue publicado en Punta Arenas en marzo de 1992, y que contó con el aporte fotográfico de varios artistas regionales, y del Centro de Rehabilitación para víctimas de tortura con sede en Copenhague, Dinamarca (RCT) encontramos, en palabras de Aristóteles España, su justificación histórica:

“La idea de realizar este proyecto surgió en los comienzos de 1980, aunque con algunas variantes. Por aquella época el gobierno intentaba consolidar su modelo de dominación y toda voz opositora estaba neutralizada por el férreo control que se ejercía sobre la prensa”.

“En diversas conversaciones con periodistas, escritores, dirigentes políticos y sindicales en Santiago, nos dimos cuenta de la necesidad de dar a conocer a la opinión pública una serie de entrevistas a ex presos políticos que iban a ser publicadas en revistas alternativas y en medios del extranjero, como una forma de registrar el pasado y el presente de nuestro país”.

“El escenario político chileno se modificó después de las Protestas Nacionales de 1983, y alrededor de 1985 los militares, presionados internacionalmente, debieron conceder mayores espacios a la oposición y porque ésta, además, ganó en la lucha permanente contra el autoritarismo y en la defensa y promoción de los derechos humanos, conformando un solo poder unitario cada vez más amplio cuyo primer logro fue el triunfo en el plebiscito de 1988 y la posterior realización de elecciones para elegir Presidente de la República en 1989”.

La Generación N.N.

Es un hermoso trabajo antológico editado en febrero de 1993, por imprenta Ateli de Punta Arenas. Aquí Aristóteles España ordena en forma alfabética, a los principales poetas surgidos en Chile en el período 1973-1990 y nos brinda un ensayo con las ideas globales, los contenidos y las propuestas estéticas contenidas en la elaboración poética de 38 creadores. Leemos:

“En un país donde se escribió “Altazor”, “El Canto General”, “Poemas y Antipoemas”, “Réquiem”, o “Venus en el Pudridero”, es difícil no colocar parámetros generales en el desarrollo escritural. En ese sentido, esta generación entendió que su evolución no iba a depender tanto del peso de la historia poética de Chile, sino que de la forma de abordar el mundo y las cosas con un particular sentido de identidad y, además, con un contexto sociopolítico donde imperaba el autoritarismo como norma de vida y los espacios culturales eran mínimos”.

“Las influencias, entonces, son variadas. Los gestos históricos, la reafirmación de la coloquialidad, un tratamiento del tema de la urbe con sobreplanos lingüísticos heredados del habla cotidiana, cercana a la antipoesía. Slangs de jóvenes de clase media, la presencia del lar, del tremendismo rokiano y huellas de Gonzalo Rojas y Enrique Lihn. La afirmación de un proceso histórico que no termina, con la poesía que se hace construcción, que desfigura los contextos, que abre un ritmo a ratos asfixiante entre el pasado y la modernidad, con las respectivas dosis de desconfianza de una generación mutilada y recortada en varios pedazos”.

Más adelante, Aristóteles España profundiza y se refiere a la realización, los días 19, 20 y 21 de mayo de 1984 en Santiago, del Primer Encuentro de Escritores Jóvenes, coordinado además de nuestro autor, por Carmen Berenguer, Ramón Díaz Eterovic, Jorge Montealegre y Diego Muñoz Valenzuela. Junto con reconocer la autoría de Eduardo Llanos, en denominar “Generación N.N.” al nuevo grupo de escritores, alejados de las Editoriales tradicionales y porque reflejan los hitos de una época oscura, de ausencia.

Aristóteles España, menciona también, a dos libros claves producidos por nuestra literatura en el extranjero: “Entre la lluvia y el arcoíris” de Soledad Bianchi, texto publicado en Holanda en 1983 y el estudio atribuido al profesor Steven White, “Poetas de Chile”, editado en los Estados Unidos, en 1986.

“Fuimos NN en el sentido de la marginalidad casi total, sin apoyo del mundo académico ni de becas ni trabajos públicos. Muchos fuimos dirigentes clandestinos de las juventudes opositoras a la dictadura. Habíamos estado en las cárceles siendo muy jóvenes, como Raúl Zurita, Jorge Montealegre, Mauricio Redolés, Heddy Navarro, Bruno Serrano. Nuestros refugios muchas veces eran la Biblioteca Nacional y los bares. Eso sí, creo que hicimos un aporte a la literatura escribiendo desde el miedo, desde el terror con textos que quedarán en la memoria histórica”.

Víctor Mauricio Hernández Godoy
Presidente Sociedad de Escritores de Magallanes

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