Escritor del Mes

IMPORTANCIA DE VIOLETA PARRA EN LA POESÍA CHILENA

La cantautora, ceramista, poeta, pintora y arpillerista Violeta Parra nació como su hermano Nicanor en la localidad de San Fabián de Alico, San Carlos el 4 de octubre del año 1917. En ese tiempo no era comuna y no había Registro Civil, por lo que su nacimiento fue registrado en San Carlos. Sus padres fueron Clarisa Sandoval, de profesión modista y Nicanor Parra, profesor de música. El matrimonio tuvo 7 hijos, por lo que Violeta tuvo que trabajar desde pequeña, especialmente después de la muerte de su padre. El único que pudo ser educado fue el hermano mayor, Nicanor. Mientras estudiaba en la escuela primaria, Violeta aprendió a tocar guitarra y a cantar canciones escuchadas a su madre. En 1932, se trasladó a Santiago a estudiar en la Escuela Normal, pero por problemas económicos abandonó el estudio a los dos años. A partir de allí se dedicó a cantar con su hermana Hilda en bares, circos, boliches de barrio, quintas de recreo y boites, al comienzo con un repertorio de corridos mexicanos, boleros, pasodobles y polcas, además de algunas cuecas, valses y tonadas. En 1938 contrae matrimonio con el ferroviario Ángel Cereceda, padre de Isabel y Ángel. En 1944, obtiene el Primer Premio en un concurso de baile español y retoma la actividad artística cantando en actos culturales. La poeta y cantora descubre que la verdadera música chilena estaba en la periferia de las ciudades y del campo. Con una guitarra, un cuaderno y un lápiz, comienza a recorrer el país recopilando versos, cantos, costumbre y dichos populares.

Su labor de recopilación le es reconocida en 1954, cuando le entregan el Premio Caupolicán como la folclorista del año. Es el mismo año en que la invitan al Festival de la Juventud de Varsovia en Polonia, para luego viajar a la Unión Soviética y a Francia, donde el París se establece por dos años. Allí colabora con el Museo del Hombre y graba para los archivos de la BBC. Después de su estadía en Francia vuelve a Chile y se instala en una vieja carpa de la Comuna de La Reina donde crea un punto de encuentro con el canto popular. En 1957 se traslada a Concepción contratada por la Universidad de Concepción para fundar y dirigir el Museo de Arte Popular. Graba nuevos discos y en 1958 regresa a Santiago y se dedica a pintar y hacer cerámica, participando en la Feria de Artes Plásticas del Museo de Arte Moderno. Durante el proceso de una larga enfermedad, inventa las arpilleras para ocuparse de algo. Conoce al trovador Gilbert Favre, que será su última pareja y en 1961 viaja a Buenos Aires donde expone sus pinturas, actúa en televisión y ofrece recitales. Viaja con sus hijos a Europa para participar en el Festival de la Juventud de Finlandia, donde obtiene varios premios y luego hace una gira por Alemania, la Unión Soviética, Italia y Francia, país donde se queda por 3 años. En 1964 expone en el Museo del Louvre sus arpilleras, pinturas y esculturas en alambre. Vuelve a Chile para cantar en la Peña de los Parra y luego se instala con una carpa en La Reina, sin mucho éxito. Graba un último disco con el acompañamiento de sus hijos y del músico uruguayo Alberto Zapicán. El 3 de febrero del año 1967 se suicida en su carpa en Santiago.

Aunque es difícil hablar de su obra propia que se sumerge en lo colectivo, las publicaciones que existen integran los aportes anónimos que afloran de sus investigaciones sobre la oralidad campesina con su propio aporte escritural y musical. La mayor parte de las publicaciones que se han hecho de su producción, además de la editada en Francia ya citada, son Décimas (1971), Toda Violeta Parra (1974), Violeta del Pueblo (1976), Gracias a la vida. Violeta Parra, testimonio (1976), Décimas de Violeta Parra (1976), Violeta Parra, la guitarra indócil (1977), Cantos folklóricos chilenos (1979), Volver a los 17 (1995) y El libro mayor de Violeta Parra (2009), editado por su hija Isabel Parra, aunque han proliferado otros homenajes en el último tiempo.

Para ella:

“La medida del verso es una sola en poesía popular: versos octosílabos y estrofas bien delimitadas, cuartetas, quintillas, sextinas, décimas. Por otra parte, musicalmente hablando los chilenos cantamos en tono mayor. Esa es una buena pauta. Los compositores urbanos, comerciales, hacen música en tono menor… Los temas son infinitos…El folclore de Chile se halla dividido en canto a lo humano, canto a lo divino, cuecas, tonadas, parabienes, danzas campesinas, cantos con influencia europea, esquinazos y cantos de Navidad. Pero grande es la variedad a través de las distintas zonas de mi patria…Se podría hacer un libro con una sola canción”.

Alfonso Alcalde, otro poeta suicida, decía que “recopiló más de 3 mil canciones a lo largo de Chile. A veces seguía por largo tiempo la pista de una canción antigua. Atando cabos podía reconstruir versos perdidos. Después los rearmaba con increíble paciencia…Sus historias en prosa y en versos las recogió tierra adentro en medio de la burla de otros artistas que garantizaron su locura” (1974).     Y Pablo de Rokha desde su estilo barroco la saludaba así: “Saludo a Violeta, como a una ‘cantora’ americana de todo lo chileno, chilenísimo y popular, entrañablemente popular, sudado y ensangrado y su gran enigma, y como a una heroica mujer chilena” (1964).

Violeta Parra es un caso excepcional como artista integral y como poeta-compositora. Sus décimas ocupan un lugar destacado en la producción literaria nacional, no sólo por su creatividad rítmica de origen popular, sino por el hecho de que su construcción incluye una multivocidad de formas, temas y géneros: poesía popular, música, el ritmo del romancero, testimonio, memoria, canto, oralidad y rescate de un arte colectivo perdido. Es lo que nos deja con obras musicales como “Casamiento de negros”, “Gracias a la vida”, “Yo canto la diferencia”, “Los hambrientos piden pan”, “Según el favor del viento” o “Levántate Huenchullán” y fundamentalmente las 82 décimas de su  autobiografía, donde nos muestra y describe los dolorosos episodios de su vida, testimoniando de manera magistral su “talento para cantar”. 

Naín Nómez

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