Escritor del Mes

MARIO FERRERO. POETA EXISTENCIAL Y SOCIAL

El ensayista, crítico, periodista y poeta Mario Ferrero nació el 25 de junio de 1920 en Santiago, donde realizó estudios en Humanidades, Sociología e Historia del Arte. Trabajó como profesor en las universidades de Chile y de Concepción, fue director de programas culturales y libretista radial de Radio del Pacífico, Radio Cruz del Sur y Radio de la Universidad de Concepción. También escribió en periódicos de Santiago y provincias, entre ellos La Nación, El Siglo, Vistazo, Clarín, El Sur de Concepción, El Día de La Serena, El Diario Austral de Punta Arenas. Dirigió talleres literarios en la cárcel de Santiago, en la Casa de la Cultura de Ñuñoa, en la Sociedad de Escritores de Chile, en la Contraloría General de la República y en otras instituciones. Fue también asesor literario para Chile de la Editorial Planeta de Barcelona y de la Editorial Prensa Latinoamericana de Santiago. Murió el 1 de septiembre de 1994.

Sus principales obras poéticas fueron Capitanía dela sangre (1948), La noche agónica (1951), Las lenguas del pan (1955), La cuarta dimensión (1958), Tatuaje marino (1961), Sonetos temporales (1963), Clima tórrido (1967), Jesucristo en el closet (1972), De ola en ola (1973), Ministerio del mar (1973), Picasso a cuatro manos (1977), Francoise, estudios de desnudo (1982), Veraneo (1982), Poesía y pintura (1994). Entre sus obras no poéticas están La prosa poética de medio siglo (1962), Pablo de Rokha, guerrillero de la poesía (1967), Panorama literario (1967), Escritores al trasluz (1971), Nicomedes Guzmán y la generación del 38 (1983), Neruda, voz y universo (1988), Césasr Vallejo, el hombre total (1992), Pedro Aguirre Cerda, ejemplo de chilenidad (1994). Entre los galardones, ha recibido el Premio Municipal de Santiago en 1955, Premio Gabriela Mistral en 1961, Premio Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile en 1962, Premio Nacional del Pueblo “Pablo de Rokha” de San Miguel en 1963, Premio Gabriela Mistral de 1964, Premio Alerce y Premio Municipal de Santiago de 1967, Premio Pedro de Oña de la Municipalidad de Ñuñoa en 1967, además del Premio Nicomedes Guzmán, el Premio Municipal de San Bernardo y premios de la Universidad de Concepción y la Universidad Austral de Valdivia.

Entre los críticos y escritores que han elogiado su obra, están Víctor Castro, Raúl Silva Castro, Pablo de Rokha, Hernán Loyola, Carlos René Correa, Francisco Santana, Ariel Fernández, entre muchos otros. El propio autor escribía sobre su poesía en 1948: La poesía es para mí la suma de las preguntas eternas, una búsqueda desesperada, el supremo intento de definir lo indefinible…No creo en la belleza de inventario, estática, inmutable. La belleza es un movimiento y la poesía es la resultante de una suma de movimientos que ascienden de lo subjetivo a lo objetivo, del ser al espacio y del espacio al tiempo”Mario Ferrero decía esto al calor de su primer libro. Posteriormente, el poeta irá cambiando en la medida que los acontecimientos históricos, sociales y políticos van tiñendo sus poemas de otros tonos. De este modo, lo que tenemos aquí es un poeta vivo que va mezclando sus claves estéticas con su propio sentir y actuar. La diversidad de sus tonos que van desde el soneto clásico pasando por poemas angustiados y existenciales, para oscilar al extremo de la poesía comprometida y social, demuestra este cambio. Mario Ferrero es un poeta de poco reconocimiento en el canon nacional, aunque tuvo una innegable originalidad y especificidad poética. Como muestra citamos aquí su soneto “Soneto casi humano”:

“Ahora que está el mar casi aceituno,/ tan cargado de espaldas, yerbatero./ Ahora que mi cuarto ya es tercero/ y se han ido mis muertos uno a uno. / Ahora que voy solo y tan perruno,/ tan orégano y fiel al aguacero./ Ahora que soy barro de alfarero/ y en la mano del sol y no me acuno./ Ahora que me duele el ser ajeno/ y no tengo otra gota de veneno/ que esta larga y ardiente trizadura./ Ahora que ya vengo de regreso/ y se me llueve el alma, hueso a hueso,/ no me queda otro don que la ternura.”

Naín Nómez

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