Escritor del Mes

 DOMINGO GÓMEZ ROJAS: REBELDÍAS LÍRICAS DE UN POETA ANARQUISTA

Estando detenido el joven poeta, José Domingo Gómez Rojas, el juez le formula la siguiente pregunta: ¿es usted anarquista? La respuesta fue: “No tengo señor ministro suficiente disciplina para pretender ese título que nunca mereceré”.

Era el año 1920, tiempos revueltos, de gran agitación social y política, obreros y estudiantes copaban las calles expresando sus demandas y chocando con la policía.

Ante la situación, el gobierno presidido por Juan Luis Sanfuentes, nombre como ministro del interior a Ladislao Errázuriz quien, en conjunto con la casta dominante, se inventa una supuesta posibilidad de guerra contra Perú y Bolivia, lo que permite decretar Estado de Excepción invocando la “Ley Marcial” y así desatar una feroz e implacable represión contra los manifestantes y luchadores sociales acusándolos de “vendidos al oro peruano”. El periodo es llamado con sorna, La Guerra de don Ladislao.

Es en este contexto que, el 21 de julio, hordas de civiles de la llamada “juventud dorada”. Amparados por la policía asaltan y destruyen con violencia inusitada la sede de la FECH ubicada en el comienzo de la calle Ahumada, para luego prenderle fuego.

El día 25 de julio la casa del poeta es allanada con extrema violencia, apresado, será éste el inicio de un trágico e injusto itinerario que retomaremos más adelante.

José Domingo Gómez Rojas nació en Santiago un 4 de agosto de 1896. Estudia su enseñanza media en el Liceo Barros Borgoño, a cuadras del matadero. Más adelante, estudiará Derecho en la Universidad de Chile y también Castellano en el Pedagógico.

A los 17 años publicará su único libro “REBELDÍAS LÍRICAS”, un texto profundo, rebelde y antiautoritario, señalan los medios. También poemas suyos son incluidos en la revista “Los Diez” del grupo literario del mismo nombre.

El poeta asiste también regularmente al Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer, del que forman parte los escritores José Santos González Vera y Manuel Rojas, todos adscritos a la tendencia ácrata.

Domingo Gómez Rojas era un gran orador, lo que lo hacía muy funcional para el desarrollo de los mítines relámpago, en las jornadas de agitación popular de aquellos días.

Militante de las juventudes radicales y un activo anarquista de corazón. Al respecto la prensa alternativa señaló: “No era ateo ni agnóstico, sino un espíritu libre, abiertamente místico y singularmente cristiano”. Efectivamente el poeta realizó sus primeras colaboraciones en el Heraldo Cristiano perteneciente a la Liga Episcopal de la Costa del Pacífico.

Como habíamos indicado al inicio, la repuesta del poeta ante la interrogación del juez Astorquiza si era un anarquista, le significó irse incomunicado a la Cárcel Pública en la avenida General Mackenna, apartándolo del resto de los jóvenes detenidos, que estaban en la Penitenciaría en calle Rondizzoni.

Pasaron varios días de tortura y aislamiento, es devuelto a la Penitenciaría. Sin embargo, el 29 de agosto, el juez Astorquiza nuevamente lo envía incomunicado a la Cárcel Pública. Es el comienzo del fin. Profundamente deteriorado contrae difteria y meningitis. Es trasladado a la Casa de Orates, donde fallece el día 29 de septiembre de aquel 1920.

Este crimen, producto de la tortura, los malos tratos y la incomunicación extrema a la que fue sometido, convierte al poeta en un mártir del movimiento social hasta nuestros días.

Cincuenta mil personas asistieron a su funeral. A los pocos días hace su aparición el primer número de la revista CLARIDAD, órgano oficial de la FECH, la cual está dedicada, a modo de homenaje, casi íntegramente al joven poeta Domingo Gómez Rojas.

Han transcurrido ciento dos años de su muerte, obviamente la escenografía social y política no es la misma, pero la juventud rebelde sigue luchando por demandas similares, y la reacción de las clases privilegiadas sigue siendo la misma. Domingo Gómez Rojas vive en los que luchan, es el poeta que será joven para siempre.

Horacio Eloy.

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