Escritor del Mes

DÉCIMAS DE VIOLETA PARRA

Hablar de Violeta Parra en estos días, es hablar de Chile y de “chilenidad”. En una nación como la nuestra, donde apenas frisamos un poco más de doscientos años de historia, tenemos que decir que definitivamente Violeta o “Viola Chilensis” como la trata su hermano el gran poeta Nicanor Parra, es nuestro acervo, y parte de la identidad, especialmente cuando nuestra condición identitaria está en proceso de recomposición y búsqueda.

Sus ochenta y tres décimas autobiográficas, escritas en 1957 y publicadas en forma póstuma, son relación de vida, cosmogonía, amor, dolor y esperanza, donde acuden distintos temas y personajes, por ejemplo su abuelo: “Aquí presento a mi abuelo /señores démen permiso, / no era un ñato petizo,/ muy pronto van a saberlo; / en esos tiempos del duelo / versa’o fue en lo de leyes, / hablaba lengua de reyes, / usó corbata de rosa / batelera elegantosa / y en su mesa pejerreyes. / José Calixto su nombre, / fue bastante respeta’o, / amistoso y muy letra’o, / su talento les asombre…

Como es evidente en estos versos, la capacidad poética de Violeta, su  lúcido talento, son sin dejar el humor como manera de exorcizar la realidad humana (siempre llena de luces y sombras) admirables e inefables, convirtiendo a la poeta y cantora en una de las voces más importantes de la américa hispano parlante. Manifestando su condición de mujer del pueblo, de campesina socarrona y despierta, atenta a sus voces ancestrales, continuadora de la tradición poética de la lira popular.

Las décimas en sí mismas nos retraen a lenguaje arcano, más cerca de la oralidad que de la literatura, y como Sancho en el Quijote son el vehículo de la sabiduría campesina, que nos remonta a tiempos antiguos de cantores peregrinos, goliardos que al margen del poder dan categoría y  forma a la cultura lejana de los salones y las elites. Este talento profundo, circunda a toda su familia (o clan) basta recordar a su hermano Roberto y su imprescindible “Negra Ester”, escrita en décimas.

Violeta Parra como mujer nacida en la provincia, recibe todo su conocimiento desde la “tierra” y sorprende su inteligencia como su genio creativo, en un tiempo donde los medios de comunicación y las distancias, generaban un ámbito distinto a los que nos toca vivir en el mundo interconectado; donde la inmediatez produce un efecto disgregador y disperso, que nos obliga a recibir información de manera excesiva y que hipertrofia la capacidad reflexiva del sujeto, evitando así toda posibilidad de profundizar y  contemplar los hechos con veracidad. La mirada de la poeta es en especial  amorosa, reflexiva, desplegando su mundo ante nosotros con certera claridad.

Violeta es portadora también de otras voces, que ella misma se encarga de recolectar y cuidar. Es una “Chaman” o si se quiere una “Machi” de las palabras, que inspirada en espíritus arcanos, da cuenta de la historia, del amor y los pesares de su clase, como también de sí misma. Sin dejar de ser crítica de la sociedad y el sistema imperante “El médico en juramento” es un análisis descarnado sobre la ética galénica, que en el tiempo de las “isapres” nos resulta contundente y actual.

Es importante destacar la originalidad de sus décimas, que sin alejarse de la tradición, provoca una nueva mirada, desde una concepción, abierta a los problemas de su época. Atenta a los conflictos de la sociedad. Representa un nuevo impulso de la décima que asume una actitud renovada respecto a sus antecedentes, que adhieren a una mirada resignada de la historia.

Las décimas de Violeta Parra nos muestran distintas facetas donde lo íntimo también tiene cabida, lo que no es de extrañar en una mujer tan apasionada como ella. Sin dejar de lado una fina ironía nos dice en su décima “Con mi litigio de amor”: Con mi litigio de amor / llegué donde el señor juez, / por remediar de una vez / la causa de mi aflicción; / le digo que en Concepción / sufrí muy grande amargura / que a punto de la locura / me tuvo el desasosiego / y al señor juez yo le ruego / senténcieme con premura…

Es también esta décima nos habla de una mujer tremendamente femenina y contestataria, si se quiere feminista. Asume en actitud determinada y frontal respecto al “amado”, cosa no común en mujeres de su época. Violeta es una mujer autónoma y autosuficiente, como también cabeza de familia.

El ejercicio de la décima de Violeta Parra, es parte de esa gran corriente cultural que fue el neo folklor chileno y de la podríamos decir que fue una de sus fundadoras. Es evidente que era una artista abierta al mundo y a las diversas formas del arte. En los registros visuales de su viaje a Francia, se ve como una mujer desenvuelta y que en poco tiempo domina el idioma, para explicar su teoría del arte ante las cámaras.  

Que más se podría agregar de esta artista múltiple, que se desenvolvió en la música, el canto, la poesía y la plástica; que desde su condición de mujer campesina y provinciana, dio una nueva mirada sobre un arte invisibilizado y considerado menor. Leer sus décimas donde la forma y la fonética del hablar campesino, nos adentra en un espacio al que podemos llamar “nuestro» y que en estos tiempos dispersos y confusos nos hace sentir parte de una cultura a la que podemos denominar chilena. Violeta Parra es en sí misma poeta chilenísima, como dijo Pablo de Rokha (quien también escribió décimas), en ella todas y todos nos encontramos en el registro de su habla. Un habla propia y auténtica.

Juan Pablo del Río – Septiembre 2021

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